En un momento estás conduciendo, quizá yendo al trabajo o recogiendo a tu hijo del entrenamiento. Lo siguiente que recuerdas es despertarte en la cama de un hospital, con tus seres queridos a tu lado. Es difícil asimilar cómo has llegado hasta aquí y quizá te preguntes qué ha pasado. Esta es la realidad para muchos que resultan heridos en un accidente con un conductor ebrio.
En cualquier accidente en el que se sufran lesiones graves, las autoridades intervendrán y llevarán a cabo una investigación sobre los detalles del accidente de coche. Si se sospecha que un conductor estaba ebrio y causó un accidente por conducir ebrio, las autoridades pueden probar el nivel de alcoholemia o hacer pruebas de sobriedad, entre otras facetas de cualquier investigación, para ayudar a determinar la culpa. Otros hechos sobre el accidente o la línea de tiempo de los acontecimientos que conducen a un accidente, puede ayudar a determinar la intoxicación o deterioro también. Cuando se dispone de esa información, ¿qué hacer a continuación?
La parte penal del sistema de justicia puede estar ya trabajando, tratando de procesar por conductas delictivas a un conductor al volante. Sin embargo, el lesionado tiene derecho a buscar una demanda por lesiones personales que, de prosperar, daría lugar a una indemnización por daños y perjuicios para el perjudicado. La culpa se basa en la negligencia. Todos los conductores se deben a sí mismos y a los demás un deber de cuidado cuando se ponen al volante; no hacerlo es negligencia.
Accidentes por conducir ebrio son algo que todo el mundo espera o piensa que no le ocurrirá. Sin embargo, para los pocos desafortunados que lo experimentan, nuestro sistema legal está construido para ayudar a los perjudicados a cobrar lo que por derecho les corresponde. Hay que buscarlo, no es algo que se ponga automáticamente en el regazo del lesionado.