La gente tiene malos hábitos en todos los ámbitos de su vida. No hacen tanto ejercicio como desearían, no llevan una dieta sana, beben o fuman demasiado. Hay innumerables ejemplos. La idea principal de los propósitos de Año Nuevo es elegir un hábito -o varios- que romper.
Esta idea básica también se extiende a la carretera. Hay conductores que acostumbran a salir demasiado tarde del trabajo, por ejemplo, y acaban conduciendo de forma temeraria cuando intentan llegar a tiempo. Hay conductores que siempre envían mensajes de texto mientras conducen, comprenden que no deben hacerlo pero no se sienten capaces de abandonar el hábito de mirar el teléfono. También hay gente con malos hábitos casuales, como exceso de velocidad, ir a rebufo o girar sin intermitente. No piensan en ello. Simplemente lo hacen.
Estos hábitos generan muchos riesgos. ¿Cómo podemos cambiarlos? Es difícil. Empieza por comprender por qué se producen.
Algunos conductores se sienten tan seguros de su propia capacidad al volante que creen que es "seguro" que adopten comportamientos de riesgo. Por ejemplo, aceleran y zigzaguean entre el tráfico porque creen que su tiempo de reacción es suficiente para evitar un accidente. Confían tanto en sí mismos que creen que las leyes de tráfico no deberían aplicarse a ellos, sino sólo a los demás conductores.
Una de las principales razones por las que se desarrollan estos hábitos es la falta de experiencia, que suele ser un problema de los conductores jóvenes. No hay forma de evitarlo. No tienen experiencia y sólo pueden adquirirla conduciendo. Sin embargo, esa misma falta significa que pueden no entender lo peligrosos que están siendo. Por ejemplo, quizá envían mensajes de texto y conducen porque creen que no es para tanto, pero su opinión podría cambiar después de provocar un accidente.
Dicho esto, no des por sentado que sólo los conductores jóvenes e inexpertos cometen errores. Muchos conductores mayores tienden a seguir las mismas rutas conocidas. Esto puede llevar al aburrimiento. A nadie le entusiasma hacer el mismo trayecto que durante 52 semanas al año. Cuando los conductores se aburren en una ruta conocida, pueden adquirir malos hábitos como mirar el teléfono, hacer llamadas, hablar con los pasajeros y poner la música demasiado alta. No prestan tanta atención a la conducción porque buscan la manera de hacerla menos aburrida.
Como puedes ver, estos malos hábitos son muy peligrosos, y nunca puedes saber qué hábitos tienen los conductores que te rodean. Si provocan un accidente y sufres lesiones graves, puede que necesites buscar una compensación económica.